Nanita nana

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«Una nana es más que una canción, es una manera de relacionarte con tu bebé».

Las nanas están en peligro de extinción. Sí, sí, no es broma. Hay muchas especies animales y vegetales protegidas para preservar su permanencia en el planeta. Pero de las nanas, ¿quién se acuerda?

Siempre tenemos prisa. ¡Y tantas cosas que hacer! Ponemos a nuestros bebés con su mantita, el muñeco, el póster o el colgante móvil sobre la cuna. Centramos todo nuestro afán en que se acostumbren a “dormir solos”, es decir, acompañados de todos esos objetos que pretenden en vano sustituirnos. Luego nos llevamos las manos a la cabeza con esta sociedad materialista en la que preferimos un coche o un i-pad en lugar de las relaciones humanas. Aprendimos en la cuna.

Nanita nana, el arrullo, el placer de ser acunados y conducidos dulcemente al sueño. Nanita ea, la mirada en la que se apoyan mis ojitos, la sonrisa que acarician mis manitas, el latido del corazón que me recuerda el reciente y acuático pasado. Nanita nana, el calor, el olor, el contacto, la ternura, la maravilla de ser sostenidos y amados.

Ojalá los pediatras recomendaran nanas para el insomnio, o los psiquiatras para la depresión. Nanas para la soledad, la tristeza y el frio del alma.

A la nanita nana, recuperemos el contacto y la dulzura. Mantengamos las melodías que pasaron de generación en generación y que dejaron una huella profunda y cálida en nuestros corazones recién alumbrados. Nana, nanita, ea, y que este mundo más amable sea.

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