Nacimiento y neurosis

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    Es difícil abordar este tema. Todos hemos nacido del vientre de una madre, y muchas de nosotras hemos traído niños al mundo. Este artículo no pretende enjuiciar ni culpar a nadie por su experiencia, sino poner un poco de luz en un asunto que a todos concierne y confiar en que la conciencia nos ayude a prevenir daños innecesarios.

    Freud decía que la huella que deja nuestro modo de nacer es profunda y que la elaboramos en todos y cada uno de nuestros sueños. Pero, ¿es inevitable el trauma? ¿Se puede aliviar al menos la intensidad de la neurosis que comienza en ese momento? Para comprender mejor este tema es importante hablar del parto como proceso fisiológico y de los cambios que ha sufrido a lo largo del último siglo.

    El proceso del parto

    Comienza el viaje. Después de muchos años de controversia en los que nadie sabía si era el bebé o la madre quien iniciaba el proceso del parto, los científicos han descubierto muy recientemente que es la criatura quien da la señal cuando sus pulmones están maduros para respirar en el medio aéreo. Esto suele suceder aproximadamente alrededor de la semana cuarenta de la gestación, pero no es una ciencia exacta y no hay ser humano igual a otro.

    Ante esa señal del feto, el cuerpo de la madre empieza a segregar la oxitocina necesaria para iniciar las contracciones que masajean al bebé y le acompañan en su tránsito hacia fuera. Éstas se producen en oleadas, dejando periodos intermedios de descanso. Al mismo tiempo las endorfinas inundan el torrente sanguíneo para aliviar el dolor.

    Si Darwin no se equivocaba, las mujeres tenemos las caderas, el pubis y el suelo pélvico adecuados para parir a los niños que gestamos. El cuerpo se va abriendo, el canal del parto se dilata para dar paso al bebé. Una vez fuera, el cordón umbilical late hasta que por si misma y de forma suave, la criatura toma su primera bocanada de aire. Se produce el alumbramiento de la placenta que desencadena un gran pico de oxitocina (uno de los mayores que experimenta una mujer en toda su vida, como un gran orgasmo). Y con este cocktail hormonal, la primera hora después del parto adquiere gran relevancia y determina la futura relación entre madre e hijo. Se encuentran, se miran, se huelen, se reconocen, se vinculan de forma instintiva y el bebé comienza a mamar, a nutrirse.

    Un maravilloso ejemplo de este proceso lo presenta Magali Dieux en su cortometraje “Naitre en chantee” (disponible en Internet). Como ella misma dice, no es un intento de decir cómo debe ser un parto sino una muestra de que se puede parir de esta manera. Parece obvio, pero no lo es y a continuación veremos por qué.

    El parto medicalizado

    En 1920, durante un congreso médico celebrado en Estados Unidos, ginecólogos y obstetras plantearon el parto como un proceso patológico. Esto se tradujo en que a partir de este momento se aplicara a todas las mujeres los procedimientos utilizados hasta entonces en los casos en que alguna patología o dificultad impedía el normal desarrollo del parto. Estamos hablando de la hospitalización, la administración de oxitocina artificial y anestesia epidural, la episiotomía, la inducción del parto y la cesárea convertidas en prácticas rutinarias en lugar de excepciones.

    Es decir, los grandes descubrimientos que estaban salvando vidas de mujeres y niños en los partos en que surgían dificultades comenzaron a utilizarse indiscriminadamente en los países industrializados. Se puso de moda acudir al hospital por considerarse más higiénico y más seguro (aunque las estadísticas apuntan que el índice de mortalidad peri natal es igual en hospitales que en los nacimientos en casa). Se indujeron partos tomando como único criterio el cumplimiento exacto de la semana cuarenta de embarazo. Se administró oxitocina artificial antes de ver si la dilatación era eficaz o d incluso a pesar de evolucionar favorablemente. Se generalizó la anestesia epidural sin tener en cuenta el impacto psicológico que produce en el bebé (ver investigaciones de David Chamberlain y Walter R. Emmerson, disponibles en Internet). Se practicaron episiotomías en muchos casos innecesarias dificultando en gran medida la recuperación posparto. También sería importante revisar los casos en que se programa una cesárea o se induce un parto sin motivos plenamente justificados y sin tener en cuenta los inconvenientes físicos y psicológicos que suponen para madre y bebé. Respecto a ese periodo crítico que es la primera hora después del nacimiento, los que han sido uno suelen ser separados. Se considera que el niño estará mejor atendido por las enfermeras o calentito en una incubadora (aunque haya nacido sano y fuerte).

    Consecuencias del parto medicalizado

    Las consecuencias son muchas y profundas. La madre pasa a un segundo plano. No puede decidir desde la sabiduría de su cuerpo ni cuándo, ni cómo, ni dónde. Si no hay una buena información no hay libertad para elegir, y los mensajes son “te induciremos el parto o si no tu bebé no saldrá nunca”, “en el hospital estarás más segura”, “sin la oxitocina artificial tendrás un parto largísimo”, “con la epidural no te enteras de nada y puedes disfrutar del parto”, “te cortaremos para que el bebé no te rompa; si no, no cabría”, “programaremos una cesárea, es más rápido y limpio”. Es decir, la mujer queda inutilizada y herida en un momento culminante de su vida sexual que es el parto y en un a experiencia crucial que es el nacimiento de un hijo. Es declarada incapaz de atravesar con éxito por si misma lo que generaciones y generaciones de mujeres hicieron antes que ella. No es la mejor manera de enfrentarse a la maternidad y la crianza.

    Fue el doctor Frederick Leboyer quien a principios de los años setenta describió las consecuencias del parto medical izado para el bebé:

    “A esto, todo el mundo reacciona con la violencia que conocemos: pánico, agitación frenética, gritos desgarradores y angustiosos. ¡Nosotros hemos creado el estrés más excelente! Todo el sistema defensivo se pone en marcha contra esta agresión. Si lo que se pretende es comprobar que todo el sistema de alarma funciona bien, todo es perfecto; pero hemos creado un reflejo condicionado, uno de esos ‘nudos’ cuya fuerza nos ha demostrado Paulov: hemos relacionado para siempre ‘respiración y agresión’ ¡La vida es algo de lo que tenemos que defendernos! Hemos vinculado de forma indisoluble respiración y muerte, vida y angustia. ¡Excelente toma de contacto! Se ha establecido una neurosis.”

    También sería importante reflexionear sobre los partos inducidos y cesáreas programadas com lo más pare ido a la “expulsión” del paraíso, como arrancar el fruto antes de que esté maduro, y las consecuencias que eso tiene para colocarnos en el mundo.

    Las consecuencias sociales también son dignas de mención. Por un lado, los últimos descubrimientos en epigenética muestran que sólo hace falta la experiencia de tres o cuatro generaciones para dejar huella en el ADN. Si las mujeres seguimos registrando que no sabemos parir, tal vez dentro de no mucho tiempo será una realidad que no hay madres capaces de traer niños al mundo.

    Por otro lado, ya hay estadísticas que relacionan de manera directa el modo de nacer y los índices de delincuencia. El estudio se realizó en países de todo el mundo y los resultados fueron contundentes: a mayor medicalización innecesaria en el parto, mayor violencia social.

    Conclusiones

    Así hemos nacido muchos de nosotros, así hemos parido muchas de nosotras y así estamos construyendo la sociedad presente y futura. Desconectados de nuestro cuerpo y de la sabiduría de la naturaleza. Desvinculados de nuestras madres, de la fuente principal de crecimiento, amor y confianza en la vida. Abandonados, solos desde el primer aliento.

    Forma pare del proceso personal de cada uno desentrañar estas heridas primarias, estos dolores enterrados en lo más profundo del inconsciente, que nunca fueron nombrados ni legitimados. Es posible liberar la energía de nuestro temperamento que se bloqueó aún antes del trauma básico, en el momento del nacimiento, y que inició nuestros primeros esbozos de neurosis. Es posible reparar y prevenir. En nuestras manos está.

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    Musicoterapia y Maternidad

    Bibliografía
    • «El bebé es un mamífero», Michel Odent.
    • «El granjero y el obstetra», Michel Odent.
    • «Por un nacimiento sin violencia», Frederick Leboyer.
    • «La represión del deseo materno», Casilda Rodrigáñez.

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